Inmortal by Mariano Fernández Urresti

autor:Mariano Fernández Urresti [Fernández Urresti, Mariano]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Fantástico, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2024-01-30T00:00:00+00:00

∞

Mariam me propinó un codazo que me devolvió a la terraza frente las dunas de La Concha. Al parecer, Marja me había preguntado no sé qué y yo no daba señales de vida.

—¿Otra vez en las nubes? —me reprendió Mariam.

Dije que sí, pero creí que mis amigas merecían una explicación y añadí:

—Es que mi amigo —un momento, ¿acababa de decir claramente que Tapioca era amigo mío?—. Miguel Capellán me ha escrito un email realmente sorprendente.

—¿Capellán? ¿El Capellán de tus novelas? —preguntó Sandra, a quien seguramente le había extrañado mi cariñoso comentario sobre el periodista al que retrataba tan crudamente en mis libros.

Asentí.

—Se encuentra en la Universidad de Yale, en la que llaman Biblioteca de los Libros y Manuscritos Raros —expliqué—. Ha encontrado una carta curiosa en una cámara donde se guardan documentos y fotos de James Matthew Barrie, el autor de Peter Pan.

—Suena interesante —juzgó Sandra.

Le dije que sí.

—El caso es que en esa carta se menciona a unas personas que, parece ser, eran conocidas de Barrie y amigas de Bram Stoker. ¿Qué os parece?

—¿Stoker? ¿El de Drácula? —dijo Sandra.

—Ni más ni menos —contesté—. Y el caso es que hace unos días, hablando con una amiga mía, también salió a relucir su nombre mientras conversábamos justamente sobre Barrie y Peter Pan. —Miré a los ojos a Marja—. Un día tengo que presentártela. Seguro que le gustará escuchar esas historias sobre vampiros que tú conoces.

Marja se mostró encantada, pero yo me arrepentí de mis palabras de inmediato. Si realmente estábamos en peligro y si esa precaución me había disuadido de no involucrar en este asunto a Deva porque ya le habían hecho bastante daño los misterios a los que, sin saber cómo, acostumbro a ir a parar, ¿por qué iba a tentar a la suerte con Marja? Ella había estado a punto de morir asesinada por el copicat que emuló a Jack el Destripador en los crímenes que relaté en Las violetas del Círculo Sherlock.

No sé por qué, en ese momento regresaron a mi mente a una velocidad inaudita los cuerpos de las mujeres muertas y evisceradas en aquel barrio, y cuyas escenas parecían haber sido cuidadosamente dispuestas para asemejarse a las de Whitechapel en 1888.

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